Muchos conocen a Oaxaca por su aspecto estético y por sus pueblos como Huatulco, Monte Albán, Hierve el Agua, Mitla y mercados.
Por más que pintan Oaxaca de esta manera, no es la Oaxaca que yo conozco ni mi versión de ella.
No voy a mentir, Oaxaca es hermoso pero muchos solo piensan de la ciudad en vez de pensar en las comunidades. Oaxaca no es hermoso por su estética. Sin embargo, es la cultura indigena que lo hace florecer.
Obviamente, los turistas y los influencers que usan a Oaxaca como contexto para sus videos no enseñan lo que realmente es Oaxaca.
Lo más triste es que hasta el propio gobierno igual nos ignora.
Hace dos meses mi pueblo, San Lucas Quiaviní, pasó por un incendio que ellos pensaron al principio era algo pequeño.
El 28 de febrero muchos residentes notaron humo venir del cerro. Muchos se asustaron al ver el incendio crecer más grande. El municipio pidió a los comuneros que ayudarán a apagar el incendio.
Aproximadamente 30 hombres fueron a ayudar sin embargo un grupo de cinco valientes hombres fueron por otro camino para llegar rápido al lugar del incendio.
Llegó la noche, y sus familias aún no sabían nada sobre ellos.
Todos estábamos preocupados pero aún teníamos fe que iban a regresar o que están en un hogar seguro. Llego mañana y no he escuchado nada sobre nuestras familias.
Desafortunadamente los cinco hombres se atraparon en el fuego y fallecieron. Sus cuerpos no fueron encontrados hasta más tarde ese día.
Confirmaron las muertes de Rafael Antonio Morales (edad 65), Celso Diego (edad 65) , José Hernández López (edad 47), Felipe García (edad 41) y mi tío Pedro Curiel Diego (edad 64).
Estos cinco valientes hombres nunca serán olvidados. Fallecieron luchando por su pueblo, por sus familias y por sus antepasados.
Tengan en cuenta que el incendio seguía creciendo desde el 29 de febrero y continuó hasta principios de marzo. El presidente de San Lucas Quiavini pidió ayuda al gobierno ya que notaron que el incendio se hacía mayor. No obtuvieron respuesta del gobierno ni equipo para apagar el incendio. Muchos miembros de la generación más joven asumieron el papel de defender su pueblo.
Acordaron protestar en la carretera principal de Oaxaca que conduce a Puerto Escondido, provocando a cerrar el transporte a cualquier lugar.
Querían enviar un mensaje al gobierno. Sostuvieron letreros que decían: “Las infancias también queremos conocer cerros verdes, naturaleza y respirar aire limpio.”
Hay muchos videos en las redes sociales donde hay conductores enojados que dicen que no es su culpa que el gobierno no esté ayudando.
Sin embargo, todos sentimos que era la única manera de llamar la atención del gobierno. La protesta duró tres días, mientras que en nuestro pueblo no había esperanza.
El entierro de estos cinco hombres que son nuestros héroes se llevó a cabo el 1 de marzo. El pueblo se llenó de tristeza. Mi familia acordó reunirse todos en casa de mi abuela para ver su entierro en Facebook Live.
Mis primos Diana y Jaime lloraron la muerte de su padre a través de una pantalla. Enojo llenó sus corazones porque no pudieron asistir al entierro de su padre, lo que los hizo sentir desesperados, pero las lágrimas llenaron sus ojos al ver a su padre por última vez.
Escuchar sus gritos es un momento que no olvidaré. Vi el entierro de los cinco. Empecé a llorar una vez que escuché a la banda tocar unas canciones tradicionales que se tocan cuando uno fallece y se llama “Te Vas Angel Mío y Dios Nunca Muere.”
Me recordó cuando falleció mi abuelo. Fue como revivirlo una y otra vez. Se podían escuchar gritos de familiares y ver a muchos desmayarse. Mi tía abrazó el ataúd de mi tío sin querer soltarlo. Sin embargo, el entierro de Rafeal fue uno de los más tristes porque su cuerpo quedó gravemente quemado y casi irreconocible.
Rafeal nació mudo y salvó una vida minutos antes de morir.
Un joven dijo que recuerda haberse desmayado y cuando despertó había un hombre haciendo señas para que se fuera debido a las llamas. Dice que Rafeal lo empujó para que no se quedara atrapado en el fuego, pero cuando miró hacia atrás, Rafael no estaba allí. Eso sólo lo convirtió en un héroe más.
Después de su entierro empezamos a notar que el fuego se expandía a otros pueblos como San Pablo Guilá, San Dionisio y Santiago Matatlán.
Afortunadamente recibimos ayuda de otros pueblos. Los vecinos de otros pueblos proporcionaron agua y comida; se ofrecieron como voluntarios para ayudarnos a apagar el fuego.
Los animales también ayudaban llevando cargas de agua y comida. Las mujeres llevaban cargas de agua montaña arriba y preparaban comida para los hombres que ayudaban a apagar el fuego. Los niños compraban material y ingredientes para las comidas.
Al sexto día, el gobierno finalmente envió un helicóptero.
Sin embargo, prometieron un helicóptero durante días y no llegaron hasta el lunes. Tomaron fotografías y mintieron diciendo que estaban ayudando y enviando bomberos allí. Realmente, eso no es lo que pasó.
Publicaron una foto del helicóptero con agua y querían llevarse todo el mérito. En Facebook el gobierno de Oaxaca publicó diciendo “hicimos 70% del trabajo.” Eso es una mentira.
El pueblo hizo todo el trabajo. Lo único que hizo el gobierno fue enviar un helicóptero pero el fuego ya estaba amainando. Cuando llegaron allí, el fuego fue fácil de apagar.
Sin embargo los vecinos de San Lucas Quiaviní están bien agradecidos con los voluntarios que los ayudaron y les retribuyen con cajas de botellas de agua para sus familias.
Actualmente los incendios forestales en todos los pueblos afectados ya no se esta quemando. Sin embargo, el incendio dejó nuestro cerro muerto y afectó a la vida silvestre. Muchos preguntaron cómo empezó el incendio.
El presidente de San Lucas Quiaviní, Rafael Morales Curiel, confirmó que un residente fue a quemar su terreno para matar hormigas que se comían sus cultivos.
El residente dejó su terreno en llamas pensando que el fuego se apagaría por sí solo.
Sin embargo, eso no fue lo que sucedió: las llamas crecieron más y más fuertes. Incluso después de ver humo saliendo de la montaña, no se molestó en ayudarlos a apagar el fuego. Muchos familiares quieren quemarlo vivo.
Tres de los cinco familias demandaron al joven. Las otras dos familias creen que la gente comete errores y creen que él no volverá a hacerlo.
Sin embargo, ¿cómo hace esto justicia a nuestros héroes que fallecieron luchando por un incendio y ni siquiera sabían que era la causa ni quién lo causó? Todo lo que querían hacer era salvar sus tierras y familias.
Algunos dicen que el gobierno es el que tiene las manos manchadas de sangre. Estoy de acuerdo en que el gobierno tiene la culpa de esta situación por no haber sido lo suficientemente rápido.
También creo que el joven que inició el incendio debería ir a la cárcel por provocarlo. Los dos partes están equivocadas y los dos deberían reconocer la situación.
Para aquellos en Los Ángeles que querían ayudar también hubo una protesta el 4 de marzo. La protesta fue en el Consulado de México organizado por @comitéoaxacali.
El propósito de la protesta era llamar la atención de los medios de comunicación y del gobierno mexicano que continuamente muestran acciones descuidadas al no enviar ayuda a Oaxaca.
Hablé con mi primo Edgar López Curiel que es miembro del Comité Oaxacalli.
“Una y otra vez el gobierno de México y Oaxaca ha explotado la cultura oaxaqueña y sus ricas tradiciones para promover el turismo, pero no nos apoya en nuestro momento de necesidad,” dijo.
Estuve en la protesta y todos los presentes sentimos la necesidad de hacer correr la voz sobre la situación con la esperanza de alguna validación por parte del gobierno mexicano.
En la protesta muchos sentimientos fueron mostrados no sólo por mí sino por otros que también sintieron lo mismo.
Nos sentimos tristes, frustrados, enojados y al mismo tiempo afligidos. Asistí a la misa en memoria de los fallecidos y sentí que la mayoría estaban desesperados. Me duele saber que tomo cinco vidas y quemar 700 acres para que Oaxaca finalmente recibiera atención.
Es frustrante saber que mi pueblo es popular por el fuego y no por nuestra hermosa cultura y tradiciones.